Guatemala se enfrenta a una amenaza invisible pero devastadora: el dengue. Como una sombra insidiosa, esta enfermedad ha tejido sus redes en la nación centroamericana, desencadenando una emergencia sanitaria nacional. Desde enero, más de 14 mil 600 personas han sucumbido a sus síntomas mortales, mientras que nueve vidas se han perdido en esta batalla contra la epidemia.
El Ministerio de Salud guatemalteco, consciente del peligro inminente, ha levantado la voz de alarma. Con un llamado urgente a la acción, insta tanto a entidades públicas como privadas a unirse en una lucha conjunta contra el avance del dengue. La estrategia: coordinar esfuerzos para prevenir brotes mediante intensivas jornadas de fumigación y una vigilancia implacable destinada a reducir la mortalidad.
Esta declaración de emergencia surge como un eco de la advertencia emitida a principios de marzo, cuando el gobierno guatemalteco lanzó una alerta epidemiológica nacional. Con el inicio de la temporada de mayor transmisión del dengue, las autoridades reconocen la urgencia de actuar antes de que la situación escape de control.
Las cifras hablan por sí solas. América Latina carga con el peso del 80% de los casos de dengue a nivel global, y Guatemala no es una excepción. El año pasado marcó un hito sombrío con 118 muertes y aproximadamente 65 mil casos, superando incluso los registros de 2019.
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