En la cumbre del G7 en Italia, el presidente estadounidense, Joe Biden, de 81 años, ha tenido un pequeño tropezón de orientación, que dejó a más de uno con el ceño fruncido y una sonrisa incómoda. De hecho, la situación llegó a preocupar a sus compañeros de viaje, quienes seguramente se sintieron como niñeras de un abuelo rebelde en Disneylandia.
Biden y la brújula perdida
Una fuente diplomática, que prefirió mantenerse en el anonimato (porque nadie quiere ser el aguafiestas en la gran fiesta internacional), confesó al medio que el dirigente más poderoso del planeta no ha estado precisamente fino en los últimos tiempos. «Es la peor condición en la que jamás haya estado», comentó con preocupación.
Para empezar, saludó de manera poco ortodoxa a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, dándole un beso en el cabello que dejó a todos más que confundidos. Imaginemos la escena: una cumbre llena de líderes mundiales y Biden, en un arranque de cariño desubicado, decide que un besito en la cabeza es la manera ideal de romper el hielo.
El show de paracaidismo y la caminata sin rumbo
En otro momento que quedará para los anales de las cumbres mundiales, durante una demostración de paracaidismo que tenía a todos los líderes boquiabiertos, Biden optó por un paseo solitario y desorientado. Mientras los demás miraban hacia el cielo con asombro, él vagaba por el recinto como si buscara las llaves que nunca perdió.
Días antes, durante las celebraciones conmemorativas del «Día ‘D’» en Normandía, el presidente Biden ya había mostrado signos de desorientación preocupantes al intentar sentarse en una silla… que no existía.
Una cena de gala sin el comensal estrella
Como cereza en el pastel, el presidente decidió saltarse la cena de gala. En su lugar, envió a la siempre profesional secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, quien intentó calmar las aguas diciendo que el presidente tenía una agenda apretada llena de reuniones y sesiones. «No hay que dar mucha importancia a su ausencia», aseguró con la diplomacia de una madre tiene que explicar por qué papá no está en la mesa de Navidad.
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